Sobre ‘La Mejor Familia Del Mundo’

DIECISIETE CUERPOS. TREINTA Y CUATRO PIERNAS.

Diecisiete personas en escena.
Diecisiete intérpretes.
Y nada más.
Música y algunas palabras.

¿Cuándo podré volver a crear una pieza con diecisiete personas?
Disponer de diecisiete cuerpos en escena es un regalo para cualquier creadora.
Analizar cómo esa unidad de cuerpos ocupa el espacio, cómo lo construyen, cómo lo llenan y lo vacían, cómo crean volúmenes y profundidades, cómo lo aplanan, cómo lo hacen físico y tangible.

Formas en el espacio.
Formas y palabras.
Formas y contenido. Significante y significado.
Cuerpos que corren, se agrupan, saltan, construyen diagonales y se paran para hablar.

Esta presencia de cuerpos en un espacio previamente vaciado me ha permitido volver a un lugar de investigación escénica que había abandonado. No del todo. Pero sí de alguna manera lo había apartado para ocuparlo con otras inquietudes.

Es cierto que el trabajo del creador es acumulativo. Pasan los años y vas construyendo tu propio lenguaje con capas y capas de otros lenguajes por los que transitas eventual o permanentemente. En los últimos tiempos yo había ocupado este lugar de creación con el texto, con un reencuentro con lo teatral, con la preocupación por la construcción metodológica del personaje.

Ahora, esta situación de privilegio, creada por la presencia de diecisiete intérpretes en escena, me permite volver al principio. Intento responder a preguntas que me hacía en mis primeros trabajos en los que, por encima de todo, me interesaba la imagen; el movimiento del cuerpo físico como signo escénico que narra desde otro lugar. Cuerpos que se mueven, respiran y transpiran, convertidos en elemento básico de expresión.

Este privilegio, que me ha venido dado de forma inesperada, me permite trabajar a modo de homenaje, dejando que reaparezca el recuerdo de aquellos trabajos de creador@s que he ido viendo a lo largo de mi vida y que me han impactado e influido: Vandekeybus, Pina Bausch, Forsythe, Sasha Waltz, Castellucci, La Ribot, Rodrigo García. Trabajos cuya narrativa se construye desde un punto de partida no convencional, abstracto, sígnico y, en ocasiones, “ilógico”.

Volver a la imagen. Volver al cuerpo. En este montaje he intentado construir una estructura narrativa no convencional en la que el código de narración lo determina el hecho de que los intérpretes están en escena siendo eso, intérpretes; ejecutantes que se insertan en una imagen o en un estado emocional para luego salir de él y, al rato, volver a entrar.

Una dramaturgia que no pretende construir una fábula, sino un collage de imágenes-escenas que son diversos desarrollos de un mismo tema. Con el riesgo que implica saltar sin escrúpulos de un código a otro.

Cada escena se ha construido con significado propio; como una celda de individualidad narrativa y al mismo tiempo conectada a las demás por una temática que va variando en forma pero no en contenido.

Presentar un puzle. Y obligar al espectador a montarlo.
Presentarle la posibilidad de construir su propia narrativa combinando las piezas. Escenas que son piezas de un rompecabezas, aunque estén unidas por una sólida estructura que, al escapar de la lógica convencional de narración, puede romperse mentalmente y abrirse hacia diversas lecturas y sensaciones.

Si volviera a nacer desearía ser David Lynch (en versión femenina, por supuesto). Admiro su valentía en la búsqueda de un modo alternativo de narrar, admiro cómo construye las imágenes desde ese lugar casi bidimensional en el que puede hacerse un análisis iconográfico de los elementos que las componen y, sobre todo, me fascina cómo, aun utilizando elementos abstractos, simbólicos e ilógicos, consigue que sus películas transmitan claramente que lo que se está narrando es algo compacto, construido y conciso.

En esta mezcla de códigos de la que yo hago uso impunemente (y que algun@s prefieren llamar danzateatro, término que yo no suscribo en absoluto) está la búsqueda de ese algo compacto. La búsqueda de un contenido conciso a partir de la unión de diversos lenguajes, a partir de la creación de imágenes cuya forma y contenido se estilizan, hasta casi perderse.

Eva Zapico
“La mejor familia del mundo”
Festival Russafa Escènica 2015